Páginas

viernes, 10 de abril de 2015

II Domingo de Pascua 2015

Evangelio según San Juan 20,19-31. 


Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". 
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". 
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. 
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". 
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".


Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". 
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". 
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". 
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". 
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. 
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.



Reflexión:

En este segundo Domingo de Pascua Cristo resucitado aparece activo, ocupado en entender a los suyos, porque están muertos de miedo. Entra donde ellos se encierran, entra donde ellos se encierran, entra en sus miedos, en su escondite protegido por cerrojos y los conforta saludándolos con la paz. Cristo ha vencido el miedo y por eso es capaz de infundir paz, de transmitir paz, de llenar de paz a otros. Nosotros tenemos la experiencia de encontrarnos con personas que, a primera vista, nos dan tranquilidad, nos infunden paz. Son personas que no viven ancladas en miedos, sino que tienen puesta su confianza en algo más fundamental. El miedo es la experiencia de sentir y tocar que somos frágiles y que no tenemos consistencia. Pero Jesús nos conforta y nos anima, porque Él está vivo entre nosotros y se convierte en nuestro apoyo y cimiento. Dichosos los que creen en el Resucitado sin haberlo visto y lo descubren presente en la comunidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario